¿Puede estar el trauma complejo detrás de lo que me ocurre?

En salud mental, el trauma complejo se refiere a las experiencias prolongadas y repetitivas de estrés extremo o abuso, generalmente en el contexto de relaciones interpersonales importantes, como las que se dan en la familia (Van der Kolk, 2005).  A diferencia de un evento traumático único, como un accidente o un desastre natural, el trauma complejo suele ocurrir durante la infancia y en un ambiente donde la víctima no puede escapar ni defenderse, lo que tiene un impacto significativo en la estructura psíquica del individuo, en su autoimagen y en la percepción de los otros. Además, el trauma complejo puede generar patrones de relación repetitivos disfuncionales, que la persona internaliza y normaliza.

Ejemplos de trauma complejo

  1. Abuso físico y emocional prolongado: Un niño que es constantemente menospreciado, insultado o agredido por sus figuras de apego (padres, maestros, familia cercana) puede internalizar estas experiencias, lo que puede llevar a sentimientos de inutilidad y disfunción emocional.
  2. Negligencia crónica: La falta de atención emocional o física en la infancia, como no proveer cuidados básicos o ignorar las necesidades emocionales, puede ser igual de dañina que el abuso directo.
  3. Exposición a violencia doméstica: Crecer en un ambiente donde hay violencia constante entre los cuidadores puede causar miedo crónico y desregulación emocional.

El trauma complejo está correlacionado con muchos diagnósticos en el mundo de la salud mental, pero aquí os traemos una lista de los más frecuentes:

Trastorno de Estrés Postraumático Complejo (TEPT-C)

Surge como una extensión del TEPT estándar, con síntomas adicionales como dificultades en la regulación emocional, percepción negativa de uno mismo y problemas en las relaciones interpersonales.

Sabemos que una persona que sufrió abuso físico y emocional prolongado en la infancia puede experimentar hiperactivación (hipervigilancia), flashbacks y una autoimagen profundamente dañada, llevándola a conductas autolesivas.

Un claro ejemplo es el libro de «Tan poca vida» en el que el protagonista, Jude, experimenta lo comentado a raíz de sufrir abusos sexuales en su infancia.

Trastorno Límite de la Personalidad (TLP)

Se manifiesta con inestabilidad emocional, impulsividad, miedo intenso al abandono y relaciones interpersonales caóticas. Estos síntomas a menudo están vinculados a experiencias traumáticas tempranas, como negligencia emocional o abuso.

Un adulto que creció con cuidadores inconsistentes o negligentes puede desarrollar episodios de ira intensa, alternando entre idealizar y devaluar a las personas cercanas, temiendo constantemente ser rechazado.

Un buen ejemplo de un personaje con características consistentes con el trastorno límite de la personalidad (TLP) es Rue Bennett, la protagonista de Euphoria, ya que presenta una intensa fluctuación emocional, impulsividad, tendencia a los comportamientos autodestructivos, a las relaciones sociales complicadas y a la presencia de sentimientos crónicos de vacío.

Trastornos de Ansiedad Generalizada (TAG) y Trastorno de Pánico

Los supervivientes de trauma complejo suelen desarrollar una hiperactivación crónica del sistema de estrés, lo que se traduce en ansiedad excesiva, preocupaciones constantes y ataques de pánico.

Una persona que vivió en un entorno impredecible y peligroso en la infancia puede experimentar una constante sensación de amenaza, incluso en situaciones seguras, y desarrollar conductas evitativas.

Para poneros un ejemplo, un personaje que muestra características de un trastorno de pánico es la doctora Miranda Bailey en Grey’s Anatomy. Aunque no es el foco principal de su personaje, hay momentos en la serie en los que Miranda experimenta episodios de ataques de pánico que afectan su vida personal y profesional, especialmente durante momentos de estrés extremo.

Distimia

Los sentimientos persistentes de desesperanza, vacío y autodesprecio suelen estar relacionados con el impacto de un trauma complejo en la percepción de uno mismo.

Por ejemplo, alguien que sufrió abuso emocional continuo podría tener una autoimagen profundamente negativa, junto con episodios recurrentes de depresión severa o una tristeza crónica y difusa (distimia) sin un foco aparente y sin narrativa. Es decir, hablamos de un malestar con un foco muy difuso al que cuesta ponerle nombre y respecto al cual el individuo no suele verse con capacidad de agencia.

Ejemplos en fílmicos y en la literatura hay muchos, pero quizás un buen ejemplo es Lester Burnham, protagonista de American Beauty (1999). Lester muestra síntomas que podrían asociarse con distimia, ya que sus vivencias están marcadas por la insatisfacción crónica, apatía y un sentimiento de estancamiento emocional, hasta que decide hacer cambios radicales en su vida.

Trastorno de Personalidad Antisocial

La exposición a violencia o negligencia extrema durante la infancia puede dar lugar a patrones de comportamiento manipuladores, agresivos y de falta de empatía, aunque las investigaciones actuales hablan de una afección multifactorial con un posible sustrato genético. Un individuo que creció en un entorno de abuso físico y sin modelos de cuidado emocional podría desarrollar conductas de desprecio hacia las normas sociales y la seguridad de otros.

Un buen ejemplo es la serie de «Los Soprano». Tony Soprano es un buen ejemplo de alguien con rasgos de personalidad antisociales y su crianza ofrece un contexto relevante que sugiere la influencia de un trauma complejo en su desarrollo. Criado en un ambiente caótico y violento, con un padre mafioso y una madre manipuladora y emocionalmente abusiva, Tony estuvo expuesto desde temprana edad a dinámicas familiares tóxicas, falta de afecto genuino y altos niveles de estrés crónico. Este entorno contribuyó a una desregulación emocional y a un aprendizaje de comportamientos antisociales como mecanismos de supervivencia.

Trastornos de la Conducta Alimentaria

El control de la comida puede convertirse en una forma de manejar el caos emocional y recuperar una sensación de dominio en personas con trauma complejo.

Otro ejemplo que lo ilustra y que os recomiendo ver es el de la película del Cisne Negro, donde Nina Sayers muestra síntomas de anorexia nerviosa y bulimia, influenciados por las exigencias desmedidas y el control emocional de su madre.

Psicosis

Los traumas severos, especialmente aquellos que ocurren durante el desarrollo temprano, pueden contribuir a episodios psicóticos o a la esquizofrenia en personas genéticamente predispuestas.

Un peliculón donde se refleja lo que os comento es «Shine», donde el protagonista David Helfgott desarrolla una psicosis en posible relación con el estrés derivado de la relación abusiva con su padre.

Trastorno Disociativo de Identidad (TDI)

Surge como un mecanismo de defensa extremo para afrontar traumas severos, creando identidades separadas que «almacenan» experiencias dolorosas. La causa suelen ser abusos muy intensos en la etapa infantil.

Un ejemplo emblemático del cine que aborda el trauma complejo en la infancia y su relación con un trastorno disociativo de la personalidad (TID) es el personaje de Kevin Wendell Crumb en Split (2016). En la película, Kevin se muestra con 23 personalidades distintas.

Adicciones (Trastornos por Uso de Sustancias)

El abuso de sustancias puede ser una forma de automedicación para lidiar con los síntomas de estrés postraumático, la ansiedad o la depresión asociados al trauma complejo.

Una persona con un historial de abuso infantil prolongado podría recurrir al alcohol o drogas para adormecer los recuerdos traumáticos o reducir la hiperactivación emocional.

Estos trastornos no ocurren de manera aislada; con frecuencia, las personas con trauma complejo experimentan comorbilidades, como depresión junto con ansiedad o TLP combinado con abuso de sustancias. Os he puesto anteriormente el ejemplo de Rue, la protagonista de Euphoria, que impresiona de tener rasgos disfuncionales de personalidad, pero que a la vez presenta un consumo de tóxicos problemático. Es una muestra de que los diagnósticos no suelen presentarse de forma aislada.

¿Cómo afrontarlo? La intervención terapéutica adecuada, como la terapia dialéctica conductual (DBT), la terapia de mentalización, la terapia focalizada en la transferencia o la terapia centrada en el trauma, es fundamental para abordar estas condiciones y ayudar a las personas a recuperar una vida funcional y significativa. En muchas ocasiones, también es importante la intervención de psiquiatría para poder paliar los síntomas que interfieren en el funcionamiento del individuo. Una intervención conjunta por parte de un equipo multidisciplinar también suele ser una opción muy recurrida.

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