Hoy nuestra psiquiatra, la Dra. Sabater, nos cuenta qué son las funciones ejecutivas, qué papel tienen en nuestro día a día y cómo mejorarlas ¡Sigue leyendo!
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Las funciones ejecutivas: Qué son, qué papel que tienen en nuestro día a día y cómo mejorarlas
Las funciones ejecutivas son el conjunto de procesos mentales que nos permite llevar un día a día normal, desde poder organizarse para hacer la compra para casa hasta elegir cuándo poner la lavadora y seleccionar el programa ideal. Incluso poder acceder a la lectura de este artículo y poder darle uso posteriormente requiere de las funciones mencionadas.
¿Qué son las funciones ejecutivas?
Entre las funciones ejecutivas cabe destacar:
- Capacidad de planificación. Sería la habilidad que tenemos para elegir un objetivo de forma adecuada y desarrollar un plan para conseguirlo.
- Ser flexible. Esta habilidad es tremendamente importante, y podríamos definirla como la capacidad para realizar cambios en algo que ya estaba planeado.
Un ejemplo del día a día con las dos anteriores podría ser decidir hacer un picnic (requiere elegir el lugar, posteriormente qué vamos a llevar, cocinarlo, prepararlo, empaquetarlo, buscar el medio de transporte ideal y la compañía, planificar el horario), pero tener la capacidad de cambiar el plan para ir al cine si cuando miramos el tiempo las predicciones indican que va a llover.
- Memoria de trabajo: consiste en un espacio en el cerebro en el que podemos guardar información específica disponible para su manipulación durante un periodo de tiempo recortado.
Puede ser la que necesitamos para realizar un bordado o elaborar una lista de la compra en función de una comida que queremos hacer…
- Razonamiento: facultad que nos permite resolver problemas de diversa índole de manera consciente estableciendo relaciones causales entre ellos.
Lo podemos usar para comparar distancias en función del tiempo que tardamos en recorrerlas, calcular qué cantidad de algo puedes necesitar en función del gasto que haces y de los miembros del hogar, por ejemplo.
- Inhibición: capacidad de ignorar los impulsos o la información irrelevante tanto interna como externa cuando estamos realizando una tarea. Sería la habilidad que tenemos para suprimir información que en ese momento no es útil.
Podría ser desde un zumbido molesto de una mosca en casa mientras trabajamos con el ordenador hasta el cuchicheo de alguien en una sala de cine (aunque esto es más complicado, quizás sería más realista poner el ejemplo de cómo conseguimos ignorar el ruido de nuestra boca al masticar las palomitas durante la sesión).
- Toma de decisiones: proceso de realizar una elección entre varias alternativas en función de nuestras necesidades, sopesando los resultados y las consecuencias de todas las opciones.
En este caso, cuando pensamos en la toma de decisiones nos vienen a la mente ideas muy complejas e importantes como elegir qué carrera hacer o a dónde ir de viaje. Sin embargo, hasta el hecho de cruzar una carretera tras el encendido en verde de un semáforo, o elegir cruzarlo cuando está en ámbar o en rojo, supone una toma de decisiones.
Por poner un ejemplo más simplificado aun: elegir posponer el despertador cuando suena requiere de tus funciones ejecutivas.
- Estimación temporal: esta importante función se trata de la capacidad de calcular de manera aproximada el paso del tiempo y la duración de un suceso o actividad.
Nos sirve para no llegar tarde al trabajo o simplemente, para estimar el tiempo que invertimos en lavarnos los dientes.
- Capacidad de realizar multitarea: es la capacidad de realizar tareas adecuadamente a la vez.
Podría implicar algo tan complejo como bailar y cantar a la vez, pero también puede ser ver la tele a la vez que se plancha, pudiendo estar atento en ambas cosas.
¿Qué pasa si se alteran?
El caso es que estas funciones, que están presentes en los actos más sutiles del día a día y que acostumbramos a dar por sentado, pueden verse alteradas en algunas patologías tanto de origen neurológico como psiquiátrico, siendo difícil en muchas ocasiones filiar el motivo nuclear de su alteración. De esta forma, si pensamos en individuos con funciones ejecutivas alteradas, podemos encontrar casos de patologías neurológicas derivadas del Parkinson, los accidentes cardiovasculares, traumatismos craneoencefálicos, tumores cerebrales…
También las encontramos alteradas en la esclerosis múltiple o el alzhéimer. Por otro lado, como ya hemos comentado, también están presentes en trastornos mentales como la esquizofrenia, el TOC (trastorno obsesivo-compulsivo), algunas veces en pacientes con trastornos de personalidad, TDAH o Trastornos del Espectro Autista.
Por otro lado, su alteración, sobre todo en estadios incipientes, también puede ser causa de numerosas alteraciones psiquiátricas, provocando en muchas ocasiones la aparición de ansiedad, sentimientos de tristeza y angustia psíquica, insomnio,… Además de consecuencias en la vida cotidiana (despidos en el trabajo, empeoramiento de las relaciones familiares y convivencia en el domicilio,…).
Por todo lo comentado, es importante la correcta filiación del cuadro cuando aparecen dificultades en este ámbito, ya que una vez conocido el origen será posible dar el adecuado tratamiento médico, psicológico o farmacológico. Paralelamente, existen muchos ejercicios de rehabilitación cognitiva para mejorar el funcionamiento ejecutivo, que se pueden realizar desde casa y expondremos en posteriores artículos.
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